domingo, 20 de diciembre de 2015

FELIZ NAVIDAD 2015


Mi madre nos cantaba o mejor, nos contaba cuentos para hacernos dormir; historias que ella inventaba o recreaba. A la vez que narraba, mamá nos rascaba la cabeza suavemente, de modo que pronto nos dormíamos, y casi nunca terminábamos de escuchar el final del cuento.

Una navidad, mamá nos contó que el niño Jesús estaba caminando por la playa cuando vio que otros niños jugaban con hondas, y les tiraban piedras a las gaviotas que revoloteaban sobre el mar, así que muchas de ellas cayeron heridas sobre la arena. Entonces Jesús se compadeció de las aves heridas y las acarició con sus manitos. Después que Jesús las tocaba, las gaviotas empezaban a volar porque él era un niñito santo y bueno, y sus manos eran milagrosas.


Esta navidad 2015, añoro los dedos suaves de mi madre sobre mi cabeza; esa voz tierna que me mostraba a Jesús, el niño compasivo y milagroso; el niño que cura, que reanima, que reconforta. Que esta navidad permitamos que el niño Jesús toque nuestras vidas. Feliz Navidad y un bendecido 2016 para ustedes lectores y seguidores de Enalasdelviento.

miércoles, 21 de octubre de 2015

EL RÍO DE MI CIUDAD




Rímac se llama el río
que cruza mi ciudad limeña,
sus aguas corren presurosas
alimentando la tierra.

Mi río alegre y hablador,
yo quiero tus aguas limpias
y en tus riveras verdor.

Yo te agradezco porque sé
que me das frescura
y calmas mi sed.

Consultar "El nombre del Rímac, origen y recorrido"
http://blog.pucp.edu.pe/blog/juanluisorrego/2010/03/02/el-valle-del-rimac-el-nombre-el-origen-y-el-recorrido/

jueves, 3 de septiembre de 2015

LA PELOTA VIEJA

Luchito era un niño deportista que amaba el fútbol.  Su mamá le había regalado un traje deportivo nuevo y estaba muy feliz.  Pero Luchito quería que su mamá le comprara aquella pelota que ambos habían visto aquella mañana en la tienda, cerca del mercado, la pelota más bonita y más cara. Y aunque su mamá le había dicho que no contaba con dinero para comprarla,  él no perdía las esperanzas.

Aquella noche, agotado por el entrenamiento de la tarde, Luchito se acostó temprano y muy pronto se durmió. Soñó con la pelota nueva; una pelota tan grande como el planeta tierra; una pelota que se elevaba por el espacio y que él no podía atrapar.

Por la mañana, se despertó al escuchar  "¡Luchito, levántate, vas a llegar tarde al juego!".  Era su mamá que lo despertaba mientras  le mostraba una pelota.  Era su misma pelota vieja, la que su mamá había mandado parchar.  Luchito se quedó mirando aquella pelota  por varios segundos, se frotó los ojos,  luego la tomó y dijo “gracias mamá”.  Él no se desanimó sino que se mostró contento y, después de desayunar y besar a su mamá, partió hacia el estadio junto con los chicos de su equipo.

Aquel sábado, Luchito, el niño deportista, iba con su pelota parchada, pero iba feliz, sabía que había entrenado mucho  y esperaba anotar varios goles.