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lunes, 23 de agosto de 2021

LA NIÑA QUE NO LEÍA

De la colección Era una vez en la escuela
Por Lilia E. Calderón Almerco

En aquella escuela estatal limeña de los años 60, las alumnas pasaban de primero a segundo año de Primaria, sí y solo sí sabían leer, norma que era conocida y acatada por todos los docentes y padres de familia. Al finalizar el año escolar, las alumnas que obtenían baja calificación en lectura volvían a ser evaluadas al inicio del año siguiente, y solo eran matriculadas al segundo año, las niñas que lograban leer correctamente. Las que no, debían repetir el primero de Primaria. 

En el aula de Primero estudiaba Rosario, una niña inteligente, juguetona, vivaz y alegre. Mientras sus compañeras practicaban lectura en su libro Coquito, ella jugaba con el peluche que traía a la escuela o paseaba por el aula o buscaba conversación con alguna de sus compañeras. Entonces, la maestra se sentaba con ella invitándola a sacar el libro Coquito que Rosario tenía bien guardado en su maleta, pero, en vez de leer, Rosario prefería dibujar, pintar, escribir los números que ya conocía o contarle a su maestra que tenía una muñeca que decía mamá y una casita de juguete y un mono que bailaba, y que su hermanito tenía un tren eléctrico, y que… 

Durante el año, la maestra se había reunido varias veces con la mamá de Rosario para informarle del problema, y le había pedido que lea con su hija en casa por una hora diaria, sin embargo, Rosario no lograba leer un párrafo pequeño. 

Una tarde que Rosario faltó a la clase, la maestra fue a visitarla a su casa que quedaba a una cuadra de la escuela, y vio que la niña estaba jugando feliz y que tenía muchísimos juguetes.

Pasaban los meses, se acercaba el fin de año, y casi todas las niñas de Primero ya sabían leer. Recitaban de memoria ¡Oh qué alegría, qué gran placer! ¡Hoy es mi día, ya sé leer!  Pero, Rosario no leía, no sabía o no quería leer. Su libro Coquito estaba tan nuevo como el primer día de clases, mientras que el de sus compañeras se veía muy envejecido.

Unos días antes del examen final de lectura, la mamá de Rosario llegó a la escuela llevando una canasta de frutas que obsequió a la maestra, rogándole que ayude a su niña para que no desapruebe el examen, pues si esto ocurría, la madrina de Rosario que vivía en el extranjero no le enviaría su regalo de navidad.

En las evaluaciones finales, la pequeña Rosario desaprobó el examen de lectura y al año siguiente tuvo que repetir el primero de Primaria. 

sábado, 30 de enero de 2021

EN LA CLASE DE COSTURA

Colección "Era una vez en la Escuela"



Por Lilia E. Calderón Almerco 

Por aquellos años en la escuela Primaria recibíamos clases de costura los días sábados por las mañanas, después del recreo. La maestra, de quien no recuerdo su nombre, era una mujer de unos 50 años, de cabello castaño, de baja estatura, muy seria, que cubría su vestuario con un mandil celeste, y llevaba siempre un collar de perlas blancas. Lo que más recuerdo de ella eran sus uñas largas, pintadas de rojo brillante.

    Al inicio de la clase, la maestra nos revisaba las uñas y las palmas de las manos a todas las estudiantes, una por una, y si no estaban muy limpias, nos mandaba a lavarlas. Después, de la bolsa de costura sacábamos un retazo de tela donde cosíamos varios modelos de puntadas; punto hilván, punto cadena, punto atrás, punto ojal, punto cruz y otros que ya no recuerdo. En esta clase, no me iba tan bien como en las otras, pues varias veces, la maestra me mandaba descoser y volver a coser o yo lo hacía por propia iniciativa cuando me sentía disconforme con mi costura.

En esta clase, era usual que recitáramos la oración del Rosario mientras cosíamos. La maestra se paseaba entre nosotras rezando las avemarías en voz alta, repasando las cuentas del rosario que llevaba en las manos, a la vez que nos observaba cómo cosíamos. Yo rezaba maquinalmente, me concentraba más en la costura.

Un día, una niña que apellidaba Zúñiga rezaba las avemarías a gritos, como jugando, como aburrida; entonces, la maestra se acercó a ella y le pellizcó la mano con sus largas uñas y siguió caminando y rezando en voz alta como si nada.  La niña se encogió de dolor, no rezaba más, no cosía más, lloraba en silencio, parecía no comprender por qué la habían pellizcado.

    Estoy segura de que esa mañana, la Virgen María estaba muy descontenta con aquella maestra de costura. 

viernes, 3 de marzo de 2017

PRIMER DÍA DE CLASE

Autora: Lilia E. Calderón Almerco

Y llegó el primer día
de clases en mi colegio,
con el bullicio y la alegría
de estudiantes y maestros.

Ya me esperan  en las aulas
experiencias y lecciones,
atrás quedan las andadas
de felices vacaciones.

viernes, 11 de marzo de 2016

PRIMER DÍA DE CLASES



Y llegó el primer día
de clases en mi colegio,
con el bullicio y la alegría
de estudiantes y maestros.

Ya me esperan  en las aulas
experiencias y lecciones,
atrás quedan las andadas
de felices vacaciones.

domingo, 15 de julio de 2012

A MI MAESTRA EXCELENTE

Por Liliesmeralda

Mi maestra excelente
día a día llega al cole
tempranito, como siempre.

Dinámica y alegre
camina por el salón,
revisando la tarea
con muchísima atención.

Cada clase es un placer,
explica todo tan fácil
que me da gusto aprender.

En lectura y escritura
pronto seré el mejor,
y  a  lógico matemática
ya no le tengo temor.

Por mi maestra excelente
muy contento llego al cole,
tempranito, como siempre.

jueves, 5 de abril de 2012

CONEJO SINFOROSO

Por Liliesmeralda


El  conejo Sinforoso,
el de ojos color café
y de tiesos bigotes rojos,
es un conejo estudioso.

A saltitos va a la escuela
con gran dedicación,
sus orejas siempre  atentas
no se pierden la lección.

El conejo Sinforoso
ama libros y zanahorias
y como es muy empeñoso
está escribiendo sus memorias.

sábado, 24 de marzo de 2012

EN MI COLE


 En mi cole todo brilla
por el orden y limpieza,
en los niños y en las niñas,
la urbanidad y la ciencia.

En mi cole los maestros
nos enseñan con amor
que busquemos la verdad
como lo manda Dios.

En mi cole y en mi hogar
trabajamos con esmero
por una familia honrada
y por mi país que tanto quiero.

Por Liliesmeralda