Mi madre nos cantaba o
mejor, nos contaba cuentos para hacernos dormir; historias que ella
inventaba o recreaba. A la vez que narraba, mamá nos rascaba la cabeza
suavemente, de modo que pronto nos dormíamos, y casi nunca terminábamos de
escuchar el final del cuento.
Una navidad, mamá nos
contó que el niño Jesús estaba caminando por la playa cuando vio que otros
niños jugaban con hondas, y les tiraban piedras a las gaviotas que revoloteaban
sobre el mar, así que muchas de ellas cayeron heridas sobre la arena. Entonces
Jesús se compadeció de las aves heridas y las acarició con sus manitos.
Después que Jesús las tocaba, las gaviotas empezaban a volar porque él era un
niñito santo y bueno, y sus manos eran milagrosas.
Esta navidad 2015, añoro
los dedos suaves de mi madre sobre mi cabeza; esa voz tierna que me mostraba a
Jesús, el niño compasivo y milagroso; el niño que cura, que reanima, que
reconforta. Que esta navidad permitamos que el niño Jesús toque nuestras vidas.
Feliz Navidad y un bendecido 2016 para ustedes lectores y seguidores de Enalasdelviento.
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