Por Lilia E. Calderón Almerco
Luchito era un niño deportista enamorado del
fútbol y estaba entrenando duro para una competencia que se aproximaba.
Con este motivo, su mamá le había regalado un
traje deportivo nuevo y estaba muy feliz, pero él quería también una pelota nueva,
la que había visto en una tienda cerca del mercado, muy parecida a su preciada
pelota vieja y tan bonita como costosa.
Aunque su mamá le había dicho que no había
dinero para comprarla, Luchito no perdía las esperanzas.
Aquella noche, agotado por el entrenamiento de
la tarde, Luchito se acostó temprano y muy pronto se quedó dormido. Soñó con su
pelota vieja y con la pelota de la tienda que era tan grande como un planeta que
se elevaba por el espacio y que él no podía atrapar.
Por la mañana, se despertó al escuchar
“¡Luchito, levántate!”. Era su mamá que
lo llamaba mientras le mostraba una pelota. Luchito, lleno de alegría, corrió a
coger la pelota, pero enseguida se dio cuenta de que esa era la vieja pelota
que su mamá había mandado perchar. Sin embargo, él no se desanimó, sino que seguía
muy entusiasmado, y así, partió hacia el estadio junto con los otros niños de su
equipo.
Aquel sábado, Luchito, el niño deportista, iba
con su pelota parchada, pero iba alegre y optimista, sabía que había entrenado
mucho y esperaba anotar varios goles.
Actividad
- ¿Cómo era Luchito?
- ¿Cómo era la mamá de Luchito?
- ¿Qué cambios sufrió la pelota en esta
historia?
- ¿De qué depende el triunfo de un equipo en un
partido de fútbol?