Por el Día Mundial del Libro: 23 de abril de 2015
En el universo de los niños vivía un libro muy bello, pero muy solo. Su pasta era fuerte y elegante, y en sus páginas se mostraban aves, mariposas, animales feroces, flores, planetas, duendes y muchas historias jamás contadas. El libro era vistoso, sus colores eran brillantes y variados como un arco iris infinito, pero le faltaba amigos. Los niños jugaban, se divertían y no le prestaban atención.
Una tarde, un niño lo descubrió, sintió curiosidad, lo abrió y quedó fascinado. El libro tenía mucho que enseñarle a través de palabras e imágenes que iban pasando por sus ojos asombrados, y le mostraban un mundo nuevo y fantástico; así, el tiempo pasaba sin que el niño lo advirtiera.
Más tarde, con gran entusiasmo, este niño contó su aventura a otros niños, y esos niños a otros niños; hasta que se formó una gran red de pequeños amigos que descubrían un magnífico tesoro, al abrir y leer el libro que había estado solo por tanto tiempo.
Fue así que muy pronto los niños aprendieron a divertirse con la lectura del libro de nuestra historia, y de todo libro que encontraban. Y desde aquella tarde, en el universo de los niños ningún libro está solo porque los libros, los niños y las niñas son ahora grandes amigos.