Por: Lilia Esmeralda Calderón Almerco
Es mi gato
Fortunato,
menudito y
agraciado,
tan pequeño y
tan travieso
que se mete
en un zapato.
Son sus ojos
dos lagunas
de aguas
verdes y oscuras
que me buscan
dondequiera
y me espían con
ternura.
Salta como acróbata
y se esconde
en un rincón.
No lo he
visto en todo el día,
solo escucho
su ron, ron.