Por Lilia E. Calderón Almerco
De mi colección "Érase una vez en la escuela"
Era el primer día de clases y la señorita
Flora nos recibió con su sonrisa de siempre y nos presentó a una nueva
estudiante. Era una niña recién llegada a Lima desde Junín y su nombre era
Agustina. Tenía las mejillas muy coloradas y el cabello negro, largo, peinado
en dos trenzas. La señorita Flora la sentó junto a Laura, una niña muy seria.
Ese día, durante el recreo, me encontré con
Agustina que estaba sola en la zona donde nos servían la leche. Comentó que esa
leche no le gustaba, que la de Junín sí era muy rica. Su acento al hablar era
diferente y gracioso. De pronto, escuchamos a la señorita Regina, la maestra de
costura que nos llamaba para jugar a la ronda y ambas fuimos para unimos al
ruedo, pero una de las niñas no quiso tomar la mano de Agustina y se cambió de
lugar, la siguiente niña tampoco quiso. Entonces, la maestra Regina se acercó y
preguntó “¿Qué ocurre?”. En ese momento, me di cuenta de la verruga que Agustina
tenía en el dorso de la mano izquierda. Las otras niñas también lo advirtieron y se alejaron, yo no pude porque Agustina apretaba mi mano. Luego, se oyeron los comentarios en voz baja “Tiene verruga. Qué miedo. Nos puede contagiar”. Después, el recreo había terminado y la maestra Regina nos pidió que entráramos al aula. “Hoy aprenderemos
el punto hilván”.
Ya en la clase de costura, Agustina se
sentó sola en la última carpeta. A ratos, yo volteaba a mirarla, sentía pena
por ella, quería ir a sentarme a su lado, pero no me atrevía. Al día siguiente,
Agustina no vino a la escuela. Regresó después de tres días con un parche en la
mano, y la señorita Flora nos informó que, en el hospital, le habían
cauterizado la verruga, que eso era muy doloroso, y que Agustina no saldría al
recreo por unos días.
En los recreos siguientes, a través de la
ventana del aula, yo veía a Agustina sola, sentada en la última carpeta comiendo su refrigerio. Un día me animé a entrar para acompañarla, y le
pregunté por qué tenía esa verruga en la mano, si le dolía, si quedaría
curada. Después hablamos de la profesora de Dibujo que se sentaba sobre la
carpeta y cruzaba las piernas, y nos reímos viendo por la ventana a las niñas
que jugaban a saltar la soga y perdían el paso.
ACTIVIDAD1. Esta historia corresponde, según la función comunicativa, al tipo de texto:
a) expositivo
b) descriptivo
c) narrativo
d) argumentativo
2. ¿De cuántos párrafos se compone el texto?
a) de 1
b) de 2
c) de 3
d) de 4
3. ¿Por qué las niñas no querían tomar la mano de Agustina para jugar a la ronda?
4. ¿Qué sabes sobre la enfermedad de la verruga en el Perú?