jueves, 3 de septiembre de 2015

LA PELOTA VIEJA

Luchito era un niño deportista que amaba el fútbol.  Su mamá le había regalado un traje deportivo nuevo y estaba muy feliz.  Pero Luchito quería que su mamá le comprara aquella pelota que ambos habían visto aquella mañana en la tienda, cerca del mercado, la pelota más bonita y más cara. Y aunque su mamá le había dicho que no contaba con dinero para comprarla,  él no perdía las esperanzas.

Aquella noche, agotado por el entrenamiento de la tarde, Luchito se acostó temprano y muy pronto se durmió. Soñó con la pelota nueva; una pelota tan grande como el planeta tierra; una pelota que se elevaba por el espacio y que él no podía atrapar.

Por la mañana, se despertó al escuchar  "¡Luchito, levántate, vas a llegar tarde al juego!".  Era su mamá que lo despertaba mientras  le mostraba una pelota.  Era su misma pelota vieja, la que su mamá había mandado parchar.  Luchito se quedó mirando aquella pelota  por varios segundos, se frotó los ojos,  luego la tomó y dijo “gracias mamá”.  Él no se desanimó sino que se mostró contento y, después de desayunar y besar a su mamá, partió hacia el estadio junto con los chicos de su equipo.

Aquel sábado, Luchito, el niño deportista, iba con su pelota parchada, pero iba feliz, sabía que había entrenado mucho  y esperaba anotar varios goles.